martes, 27 de mayo de 2014

Fiestas Xico 2013

Se acabaron las fiestas. Santa María Magdalena aún será vista por algunas cuántos días más, por las calles de un pueblo que le pertenece todo el, en espíritu, en alma, en cuerpo, en sus calles laberínticas, en las baldosas sucias y viejas que anuncian soledades, en las fachadas de vivos colores, en la algarabía de los cencerreros, en los toritos de pirotecnia multicolor, en arcos de flores y máscaras de madera sonriente, en sonidos de castañuelas que anuncian baile y faena. Xico cambia, revive, se revitaliza cuando de festejar a la Patrona del pueblo se trata. Se le dona el dosel, se le regalan vestidos y lágrimas, pero por encima de ello, se le tiene fe, devoción, culto, respeto. En ese momento, el xiqueño adquiere un verdadero e intrínseco sentido de pertenencia, se sabe parte de un ritual, engranaje pequeño, pero al mismo tiempo determinante, de una serie de festivales; en su hogar pone a volumen alto un pasodoble y limpia los cristales de la casa, abre las cortinas y las puertas de par en par, prepara mole y chiles rellenos, arroz y frijoles, xocos y xonequi, chilatole de elote y tamales canarios. Verde, mora, toritos y brebajes propios de una rica gastronomía. Participa en las procesiones, en la recolecta de la flor, en la fabricación del arco, en la confección de la alfombra de aserrín, en la suerte de los toros. Y así, en un simple transcurrir de pocos días, se encuentra con rostros perdidos de la infancia y sostiene entonces pláticas, como si tal cosa, como si no hubiesen pasado tantos los años que separaron el reencuentro. Vuelve a conocer de cerca los rostros juveniles de los años mozos y las anécdotas fluyen, y fluye el aguardiente que seca la garganta y moja el corazón, se recomponen las historias, se aderezan, se les agrega un toque de fantasía y un una pizca de nostalgia. Se ríe mucho, canta mucho, vive cada momento de esas fiestas como pocos lo saben hacer. Por ello es que Xico es mágico, no porque tiene un título. La magia la hace su gente, la feria la hace su gente, la alegría vive en su gente. Ahora, tendrán que transcurrir otros trescientos sesenta y tantos días para volver a encontrarnos, todos juntos, en el alba, en la flor, en la procesión del arco o los caballos, en la corrida de toros o en la alfombra, en la casa de la tía o en los portales o en la calle Hidalgo o Guerrero o Zaragoza o cualquiera otra, eso no importa, seguro que un día de esos, nos volveremos a encontrar. Arturo Blanco 25 Julio 2013.

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