jueves, 21 de junio de 2007

Patricio Medrano Barrena alias...

Pato, Poncio, Pilatos, Puertos, Buba, Cuack… amigo de siempre, de esos que la vida te pone cuando la voz es todavía chillona e infantil. Con el Pato me he descubierto más de muchas ocasiones, contándole mis penas, mis amoríos, mis lecciones, mis proyectos, mis errores, mis dolencias, mis miedos.

Compañero desde aquellos años mozos de la secundaria y preparatoria, donde bajo el cobijo de la cabañita del árbol ubicada en el jardín de su casa y a lado de otros dos grandes, Miguel y Edgar, nos bebíamos nuestras primeras chelas, los primeros vinos tintos y blancos, según fueran las compras de abastecimiento de la cava que Pepe Medrano (papá del pato) había efectuado, y a quien, con hostil actitud de adolescentes, le robábamos los vinitos y de paso unos mejillones, patés de higado de cerdo, jamones, quesos, para acabar con totopitos con frijoles cocinados por Miguel.

También le damos mate al verde, ganándonos a pulso las peores resacas que mi memoria a pesar de los años, no ha podido borrar. Casi cumplía los dieciocho, cuando mis tres amigos y yo, nos veíamos en Puerto Vallarta realizando nuestro primer y a la fecha único viaje efectuado por los cuatro juntos y del que sin duda alguna, quedaron muchas huellas en el corazón. Dicen que recordar es vivir y eso es justamente lo que hago al momento de escribir esto.

Patricio, siempre ha sabido amalgamar la fiesta y la diversión, pensante, objetivo, puntual, sarcástico, en extremo inteligente. Antes de dar un paso, mide los terrenos, recorre las consecuencias, analiza las opciones, optimiza los costos; se aleja del bullicio y de la “gente” que le estorba. Amigo de muy pocos, hermano mío.

Un día, de repente, sin darnos cuenta, me pidió que le acompañara porque iba a comprar un regalo para América, nada menos que el anillo de compromiso. Luego, me los encontré en el altar, dispuestos a jurarse amor eterno, sonrientes, nerviosos y todavía recuerdo la sonrisa de ambos cuando me acerqué para entregarles las arras que se me habían encomendado. Otro día, supe que había sido tío de su primer retoño hasta ahora, Paulita.

Con Pato escuchaba anécdotas de España y las Europas, me moría de envidia de la buena por todas aquellas vivencias que habían hecho de mi compadre un amante de la buena mesa, de los manjares exquisitos como extraños. Fotografías daban cuenta de los muchos lugares recorridos por aquellos entonces desconocidos por mí y supongo que gran parte de mi afición por la gastronomía, música, literatura, cultura, españolas, se deben en gran medida a todo lo vivido en la casa Medrano.

Mi compadre, pasó por muchos deportes. Ciclismo, ping pong, natación y pesca; en cada uno de ellos siempre ha estado a la vanguardia, con los mejores accesorios para la práctica del mismo, documentado en sus reglas, historia y sobre todo, resolvía siempre los porqués de cada cosa. Seguro que las que no se sabía las inventaba convincentemente.

Coincidimos en cosas que van desde la música hasta los valores que cualquier ser humano debiese tener como fundamentales, entre ellos evidentemente, la amistad. A pesar del carácter que ambos tenemos, hemos sabido tolerarnos nuestros “modos”, Alberto Cortez lo canta mejor: “nuestras espinas más agudas”.
Gordo enorme, de actitud serena y sonrisa amable, anfitrión de lujo, inexpresivo, seco, parco, concluyente. Digo conocerle bien. Puertos, es el amigo que todo mundo quisiera tener como tal. Ahora, a la distancia, a los muchos años recorridos, a la lejanía que nos ocupa, es el mismo.
Treinta y dos veintidós de junios carga en su calendario. Treinta y dos años vividos con una solvencia moral invaluable. Con América y su hija, ha formado un hogar maravilloso cargado de amor, de dedicación, de respeto, de confianza.

Venga pues compa, un abrazo enorme, con gran cariño. Muchos años más mi hermano, muchos días más. Mucha vida, mucha patria y olé torero, un olé largo y templado, un olé redondo por la faena que a la vida le cuajas.
Que Dios reparta suerte y estas líneas van por ti.

lunes, 18 de junio de 2007

Quiero que el veintiocho de junio

La semana comienza con una severa ronquera consecuencia de los excesos de risas, de música, de hielos, de alquitrán, de desvelo, de brandies despavoridos que nos vieron amanecer bajo una luz matinal de junio.

Pinta como todas; diferente, nostálgica, efusiva, alegre, sonriente, febril, oportunista, sincera, cargada de vueltas, llamadas telefónicas, despreocupada, tensa, en fin; supongo que deberá correr como corren los días en mi calendario, nunca iguales, siempre distintos.

Han pasado un par de cosas a últimas fechas que me vuelven otra vez a las tablas y o al tercio. Ha vuelto alguna que otra querencia, una mala jugada del destino tan sombría como inevitable, en contraparte; también veo luces en el camino que hacen agradable el andar, recuerdos que se agolpan como las gotas de las fuertes lluvias de esos días pasados. Lo de siempre, sin duda alguna.

Luego me pregunto: ¿a quién he buscado incesantemente? ¿quién contamina mis sueños haciéndolos maravillosos? ¿quién eres tu? (bien lo canta Aute). La respuesta pienso, es tan incierta como elocuente, habrá que armarse de valor, buscar en las alas de las aves, besar dos que tres labios malgastados para recuperar las noches perdidas. Habrá que echar las redes, habrá que cortarse las uñas, habrá que mirar en el espejo y acabar de una sola vez con dos arrugas que denoten cierta experiencia.

Mañana otra vez, será martes y el próximo veintiocho, me levantaré a la hora acostumbrada, miraré por la ventana y uno a uno me tronaré los dedos siguiendo el exacto curso de la rutina que va del colchón a la regadera; luego veré a mi madre feliz, jovial, siempre derramando miel en su mirada y me dará la bendición al momento de salir de casa. La oficina me esperará con muchos pinches asuntos que no tienen remedio inmediato. Alguien me llamará, me dirá que me quiere, que es un año menos de vida y uno más de muerte, que gracias por mi amistad. Lo agradeceré, seguro. Luego volveré otra vez a la noche, a la habitación, a la cama vacía, y una voz sutil y sugerente, me dictará al oído, “…tenemos memoria, tenemos amigos, tenemos los trenes, la risa, los mares, tenemos la duda y la fe, sumo y sigo… ”